Hemos venido a este mundo a aprender y a la vez a enseñar,
porque solo de esta forma llegaremos a la realización plena como seres humanos.
Pienso que desde el momento en que
nacemos lo que ya sabemos hacer es amar, de alguna o de otra forma eso ya lo sabemos hacer, solo
que con el paso del tiempo lo hemos olvidado y es necesario que otros no lo
recuerden o bien nos ayuden a perfeccionar este don que traemos desde el
principio mismo de la creación.
Así que lo que venimos hacer
desde el principio es aprender, aprendemos a hablar, a caminar, a comer, a
jugar, claro… esto es lo más esencial, más tarde cuando ingresamos a la
escuela, nos enseñan a dibujar, dibujamos bolitas y palitos como preámbulo para
aprender a hacer letras y después empezar a leer y así vamos durante toda
nuestra vida escolar, hasta llegar a la universidad o el doctorado, algunos
estudiosos nunca terminan de aprender y siguen buscando actualizaciones a la
vez que ellos se convierten en maestros de otros alumnos.
Esto es en lo escolar, pero ahora
hablemos de la vida común y corriente, nuestros primeros maestros son nuestros
padres, nuestros hermanos mayores, los abuelos y hasta los tíos, aprendemos de
ellos a lo largo de nuestra vida, a la vez también nos convertimos en maestros de
nuestros hermanos menores, o de los mayores, si se da el caso, y más tarde de
nuestros hijos y quizá hasta de nuestros padres cuando envejecen; en la escuela,
nuestros amigos también son maestros de nosotros , porque quizá nos enseñen un
juego nuevo, una palabra nueva y a la vez nosotros de ellos.
Si reflexionamos… ¿Cuántos maestros
hemos tenido a lo largo de nuestra vida? ¡Y los que nos faltan por conocer!
De mi mamá recuerdo lo más
significativo que me enseño, fue a ser valiente, ella soporto muchas cosas que
le sucedieron en la vida y eso siempre me ha dado valor; de mi papá he
aprendido a tener fuerza de voluntad, de mi hermana a aceptar mis errores, de
mis amigos he aprendido que la confianza y la verdad son las bases de una
eterna amistad.
Y de los hombres que he amado,
que no hay hombre perfecto, porque esa imperfección es la que los hace
perfectos, y lo que no es en ese momento ya no lo será nunca más, en pocas
palabras… a veces solo tenemos una oportunidad para amar al hombre en cuestión.
Aprendí muy bien todas las lecciones.
Así podría enumerar cada una de
las lecciones que he aprendido, por ejemplo, cómo olvidar un compañero de
oficina que me estaba enseñando algunas cosas que no sabía hacer y me dijo que
me enseñaría cuantas veces fuera necesario para que aprendiera, eso fue
hermoso, me enseñó a ser paciente cuando me toco enseñar en la oficina.
No sé cuántas veces a mí me ha
tocado ser maestra de alguien, pero espero haberlo hecho bien, pero a lo que
quiero llegar con todo esto es que aprendemos y enseñamos a lo largo de nuestra
vida.
Así como el maestro Jesús vino a
enseñar a la humanidad la importancia del amor en nuestras acciones.
Y como Siddhartha hablo a sus discípulos
a olvidar las ofensas, porque cada día somos personas nuevas.
Así nosotros hemos tocado el
corazón de algunas personas y a la vez ellas a nosotros.
Por eso ahora que es el día del
maestro en el mundo, que tal nos vendría felicitarnos a todos, porque somos
maestros de la vida y eso es para siempre.
¡Feliz día del maestro!
Gracias por leerme y escucharme en el programa.
¡Amor y luz por siempre!
Comentarios
Publicar un comentario